sábado, 4 de agosto de 2012

La Guerra Interminable (Estados Unidos contra América Latina) de Jorge Núñez Sánchez (Historiador del Alba ) Reseñada por Eloy Reverón


Ante la lectura del primer fascículo de este libro hecho por entregas en su primera edición ecuatoriana de 1988, quedamos gratamente impresionados ante la hábil pluma de este colega, quién además trasciende el plano estético del verbo para penetrar con la debida capacidad de síntesis, en los elementos de una visión histórica y geopolítica propicia para alimentar los conceptos de seguridad y defensa integral, indispensables, para el estímulo de una conciencia nuestra americana durante el nuevo amanecer para nuestros pueblos en la búsqueda de una democracia propiamente dicha, respaldada por la participación genuina de los pueblos en la conducción de su destino.
Sabemos por el autor que esta publicación por entregas fue reproducida en ediciones de Gramma de La Habana, y que está en camino una edición digitalizada. En este primer fascículo que presentamos fueron publicados los primeros seis capítulos de la obra: La República Pigmea; Hacia el Destino Manifiesto; Gestación de la Doctrina Monroe; Génesis del Intervencionismo; La Guerra de Texas y México desmembrado.
Vale la pena destacar que en las partes posteriores de la portada y contra portada del primer fascículo “ilumina” el fondo histórico de estos primeros seis capítulos de esta “guerra interminable”, con dos síntesis biográficas de dos personajes que representan los vectores de dos fuerzas políticas opuestas; el vector de la fuerza liberadora de nuestra América; y el vector de la fuerza de dominio expansionista estadounidense. En esta esquina, El Libertador Simón Bolívar, y en otro extremo, la más alta expresión de la oligarquía esclavista de vocación expansionista estadounidense: mister Thomas Jefferson.
Núñez nos entrega una cita del Conde Aranda en el primer capítulo,  parte de un informe reservado fechado en 1783 para el rey Carlos III de España, donde el informante utilizó el término de República Pigmea, porque la habían formado y dado ser dos potencias como Francia y España, pero que estaba signada a crecer, y al agigantarse, olvidarse de sus antiguos benefactores, e incluso podría, no solo volcarse contra ellas, sino que constituiría una amenaza cuando al dirigirse a conquistar las dos Floridas españolas con el objeto de dominar el seno mexicano, con quien no solo interrumpiría el comercio con España, sino que aspiraría a la conquista de aquel vasto imperio.
El Historiador refiere su cita después de habernos introducido en el capítulo con la participación de Thomas Jefferson en la redacción de la Declaración de la independencia estadounidense, y la esperanza que ella significó como ejemplo libertario, donde acudieron a luchar en favor de aquella causa, personajes como el precursor de la independencia hispanoamericana, don Francisco de Miranda.
Con la cita de Aranda fundamenta su análisis al advertir que no se trataba del simple reflejo de un temor, sino de una fría y certera evaluación geopolítica, la cual fue corroborada posteriormente con los hechos históricos. Esto lo fundamenta con otro documento de agosto de 1777, una carta de Benjamin Franklin desde Londres para su hijo William donde le expresaba la gran utilidad estratégica de la posesión del territorio de Luisiana, entonces en poder de los españoles, no solo por la colonización y explotación de los valles del río Mississippi, sino en el golfo de México, para ser usado en contra de Cuba y el mismo México. La ironía que destaca Núñez, que después de haber hecho esfuerzos millonarios para ayudar a Estados Unidos a lograr su independencia para malograr el poderío británico, fue España la primera víctima.


Uno de los aspectos didácticos que vale destacar del artículo es el recurso de incorporar un mapa de las trece colonias que a partir de 1776 comenzaron a constituir lo que hoy conocemos como Estados Unidos de Norte América, una franja continental cuyos propósitos terrófagos se irán poniendo de manifiesto en el genocidio de más de 10 millones de Indios y 200 mil mexicanos, expulsando pueblos enteros de los territorios más fértiles, arruinando el equilibrio de la vida que habían mantenido por siglos.
En su análisis de esta realidad histórica Núñez explica las razones expansionistas estadounidenses y de manera paralela la conformación de la ideología que justificaría las atrocidades cometidas y por cometer, tales como prejuicios religiosos y motivaciones. Desde la presidencia de Georges Washington, se apoderan de la Florida Occidental en 1795, realizando lo que los mismos historiadores estadounidenses llamaron la frontera elástica, la cual llegaría hasta donde un soldado o pionero colocara sus plantas, al punto que para 1809, la india_nidad de América del Norte había perdido cerca de 20 millones de hectáreas. Realidad histórica, agregamos nosotros, que la industria joligudense del cine encubre con artístico cinismo.
También da cuenta el autor de la desesperación de España al creer que aliándose con Francia podría detener el ímpetu de los anglosajones del norte. De nada valió el Tratado de San Idelfonso (1796), ni entregar Luisiana a los franceses, pretendiendo crear un estado tapón que amortiguara el avance yanqui, quien terminó comprándola a Francia por quince millones, para dejar el terreno libre para tomar los valles del Mississippi y avanzar sobre el flanco norte de Hispanoamérica. Aunque Núñez no lo comenta, es importante recordar, que los quince millones de dólares serían invertidos en tratar inútilmente de impedir que Francia perdiera la gallina de los huevos de oro, colonia cuyos dividendos habían generado, incluso hasta la posibilidad de armar el ejército para conquistar el mundo. Me refiero a la primera nación libre y democrática, que abolió la esclavitud en la parte occidental de la Isla de Quisqueya, Haití.


La representación gráfica del territorio de Louisiana que incorpora la edición constituye un elemento digno de atención, porque cuando se habla de Louisiana, se suele relacionar con el territorio que hoy constituye ese estado, que es apenas la desembocadura del Mississippi. Estamos hablando de un territorio tan grande como todo el que había logrado incorporar hasta aquel entonces, junto al de las trece colonias originales.
Citando a José Fuentes Mares, autor de la Génesis del expansionismo norteamericano, (1980), Núñez nos explica los detalles de la garra expansionista del Águila, tan temprano como en 1786 en la pluma de Thomas Jefferson, el cual no avanzó entonces, porque estaba consciente que Estados Unidos debía consolidar la cantidad numérica de población requerida para alcanzar los objetivos geopolíticos establecidos entonces. Entre tanto Jefferson contaba con Andrew Jackson y Aaron Burr; el primero, el general que dirigió el genocidio y el incendio de las aldeas que encontraron en su camino hacia lo que llamaron la Conquista del oeste. El segundo, después de asesinar a Hamilton, líder independentista, se dedicó a organizar bandas de aventureros con las cuales esperaba conquistar México y hacerse emperador.
Así es como se va perfilando el aporte de Jefferson a la justificación ideológica del expansionismo, a la cual llamaron, “Destino Manifiesto”: estirar la frontera hasta el océano Pacífico, el Río Bravo. Mientras Jackson avanzaba hacia Florida, Pike penetraba las cabeceras del Río Grande y los aventureros de Burr caía sobare Louisiana occidental, con la intención de apoderarse de Texas y otras provincias mexicanas en 1806.
Termina el primer capítulo con las instrucciones de Jefferson a su secretario de guerra donde se aprecian las garras del Águila en su preparación de la explicación del “Destino Manifiesto”, cuyo desarrollo está reservado para el segundo capítulo de esta extraordinaria serie: La Guerra Interminable.
E.R. 26 07 2012

jueves, 12 de julio de 2012

Fundación de Caracas desde la perspectiva de la Teoría Bolivariana de la Historia. por Eloy Reverón


 El presente texto corresponde al ayuda memoria elaborado por el autor para su participación en el foro, dedicado a todos los compatriotas que nos honraron con su presencia. El Foro fue  organizado por el Gobierno del Distrito Capital con el título: FUNDACIÓN DE CARACAS O MASACRE ¿Qué recordamos el 25 de Julio? Al norte de la Plaza Bolívar, el martes 10 de julio de 2012.
Desde una visión estratégica para enfocar la Historia que construimos desde los años noventa, podemos  apreciar un panorama diferente al establecido por el discurso tradicional, donde no ha dejado de prevalecer la justificación del dominio colonial. Esta perspectiva estratégica de la Historia se ubica desde la lucha militar, política, religiosa, económica e ideológica, pero ahora observadas como fuerzas en conflicto, como vectores de una fuerza de dominio colonial que invade a una muchedumbre de pobladores que resisten. Cuando los vectores de la fuerza de dominación dejan de ser superiores a los de la resistencia, se produce la liberación de las fuerzas históricas de dominación. 
Partiendo la premisa enunciada, Diego de Lozada materializó una invasión militar que lo convertiría en el Señor de la ciudad. Para tales efectos debió protocolizar mediante un acto jurídico perpetuado en un documento registrado en el libro de actas correspondiente, y enviadas las copias a la Corona, y a las autoridades de la Iglesia con el respectivo protocolo para la creación de las parroquias, con la ineludible bendición de la Cruz. Racionalmente procederían a construir el cuartel, las murallas y toda la estructura estratégica para la defensa de la ciudad. Apenas establecieron un cuartel y algunas rancherías.
El tema es que no se ha hallado el documento de la Fundación de Caracas, simplemente porque no fundaron ciudad alguna. Se trataba de un cuartel, el control de un lugar estratégico por excelencia. La resistencia de los pobladores locales, estimados en cerca de 40.000 supone un estado de sitio algo difícil de desestimar. Tres siglos más tarde Simón Bolívar lo dijo, refiriéndose ya a Venezuela, como cuartel, a Bogotá como Universidad y a Quito como convento. No lo digo porque lo haya dicho El Libertador, sino porque su visión histórica corresponde a la de un estratega. Esta perspectiva pertenece también a los guerreros originarios que supieron asegurar su espacio estratégico para la resistencia.
Por eso tardaron un cuarto de siglo  en encontrar la primera guarida de Guaicaipuro. Corresponde al espacio que media entre la parte norte del entonces río Caroata y el río Catuche. Después que Guaicaipuro se vio obligado a retirarse a las montañas de Siriapo o Suriapo, el cuartel se fue perfilando como una aldea.
Además de las razones estratégicas que argumentan el hecho de que no hubo fundación, por consiguiente no hubo acta, y esto explica que un documento tan primordial nunca hubiera aparecido; existe otra causa (menos posible) por la cual no levantarían acta de fundación: por temor a las represarías como le había sucedido poco tiempo antes a Rodríguez Suárez con la fundación de Mérida, lo cual fue considerado como un acto de desacato o de tomarse atribuciones sin permiso, le esperaba la pena de muerte, a la cual escapó buscando el primer asilo político de esta historia, el cual le fue otorgado por su paisano estremeño en Trujillo, y de allí enviado al Tocuyo para encaminarse hacia el valle del Guaire, en cuyas cercanías habían descubierto unas minas de oro.  Un valle “marítimo” protegido por una muralla natural de mil y mil metros de altura sobre el puerto de La Guaira.
Pero quedan más razones estratégicas, la gran atalaya, el Guaraira Repano, montaña ubicada entre el Guaire y La Guaira. Esa fortaleza había mantenido en resguardo al valle sagrado de los Kariná, Kariñas, o Caribes, familia de los Tainos, guerreros navegantes probablemente descendientes de Guaraníes y de otras etnias de navegantes llegados más de 20.000 años atrás desde la Polinesia, con la ayuda de recios remeros o de algún sunami. No es fortuito que en el camino de los indios, en las inmediaciones de la Fila Maestra existiera un a monumento de piedra en forma de ave que coincide con la leyenda del Cacique Naiguatá que conversaba con las aves desde la lo alto de la montaña. Naiguatá era hermano de Charaima, abuelo materno de Francisco Fajardo. Además de aves podía divisar cualquier incursión de los Tainos de Quisqueya, de cuyas relaciones políticas tenemos escasa información. Sabemos que eran hombres aguerridos, estrategas de mar y tierra.
Además hay razones tácticas que niegan la posibilidad de una fundación a finales de julio, fecha de grandes precipitaciones. La incursión de Lozada desde el Tocuyo, los ubica en el Valle de la Pascua porque pasaron la Semana santa de 1567 en ese lugar conocido por los nativos como coche que quiere decir conejo. No es fortuito que en las inmediaciones de lo que es hoy Coche, quede en frente la hacienda Conejo Blanco. Siguiendo el curso del río Valle hasta su desembocadura en el Guaire  donde se presume que había ubicado su hato Francisco Fajardo, otros piensan que más al norte por la actual Catia. No olvidemos que para cruzar el Guaire tenían que hacerlo más arriba de la conjunción del río Macarao con el San Pedro, venían por la cima de las Lagunetas desde las Tejerías o El Consejo. Pero sobre todo antes del crecimiento de los ríos. Esto también es un asunto táctico como veremos.
Las razones tácticas obedecen a que necesitaban tiempo seco para maniobrar con los caballos, y poder encender las mechas de los arcabuces y los cañones, única ventaja comparativa contra los agredidos defensores. Eso lo pudieron hacer antes de las primeras lluvias de mayo, nunca en julio o agosto. Esto le daría tiempo suficiente para encontrar claridad de cielo para divisar el mejor lugar estratégico e iniciar la ocupación del valle, el lugar donde establecer el cuartel principal.
Lozada debió tener alguna información sobre esa zona protegida por las barrancas que dan hacia el Caroata y el catuche, punto medio donde buscarían como salida del camino de Sanchorquis hasta los altos de la actual Maiquetía. Una vez conquistada esa loma que hoy constituye la parroquia Altagracia, tendría Lozada el lugar estratégico para construir los túneles que llevarían el agua desde el fondo de los ríos hasta las pilas, con un sistema de túneles como el que podemos apreciar en la casa Mendoza entre Jesuitas y Veroes, o el túnel de la Casa Amarilla por donde escapó el Gobernador Castellanos.
El sistema estratégico para resistir a los ataques de la india_nidad y luego de los piratas, consistía en un sistema de túneles paralelos a los ductos de agua  que comunicaban a los solares, por vía subterránea, con la plaza de Armas, depósitos de pólvora y de instrumentos de guerra en el sótano de la Plaza Central.   


sábado, 7 de julio de 2012

La Masonería por Eloy Reverón Julio de 2012

La Masonería emerge de una tradición de constructores. Masón quiere decir albañil, alarife, obrero de la construcción. Los masones se reúnen en logias. Logia sugiere encubrimiento, discreción e incluso hasta la organización de una sociedad secreta.
La Masonería emerge de una tradición de constructores. Masón quiere decir albañil, alarife, obrero de la construcción. Los masones se reúnen en logias. Logia sugiere encubrimiento, discreción e incluso hasta la organización de una sociedad secreta.
Desde que el ser humano conquistó el fuego y sacó a las fieras de las cavernas trató de sostener el techo de sus cuevas construyendo columnas, allí comienza la tradición arquitectónica que pasó por las pirámides y llegó hasta la construcción de las grandes catedrales, mezquitas y sinagogas.
Existe una masonería moderna que pretende ser heredera de la más antigua tradición. El historiador francés Carlos Bernardin revisó más de 200 obras donde exponen diferentes orígenes de la masonería en 1910. De sus orígenes imprecisos y del secreto de sus símbolos extrajo su atractivo. El historiador francés FBT Clavel, contó más de un centenar de sociedades secretas en el París de comienzos del siglo XIX. Entonces podemos hablar de Masonería y Masonerías, de sociedades secretas y discretas que se reúnen en logias o cofradías. Liberi muratori, o logias de conventos, logias militares y clubes políticos de conspiradores, masonería misógina y masonería mixta.
A Venezuela llega por la vía de las guarniciones militares, difundidas entre los oficiales de alto rango, tanto de la Legión Británica como en el ejército invasor comandado por el general Pablo Morillo. Otros venezolanos tuvieron experiencias masónicas en sus viajes, como Bolívar, Santos Michelena, pero no así Francisco de Miranda, aunque este sea reconocido por la masonería mirandiana como fundador de la Orden en América. A partir del 8 de noviembre 1828, la Masonería y todas las sociedades secretas, sea cual fuere su denominación, fueron proscritas en todo el territorio de la entonces Gran Colombia mediante decreto firmado por el Libertador Simón Bolívar, después del atentado perpetrado contra su vida el 25 de septiembre de 1828.
No fue sino hasta después de 1840, cuando Diego Bautista Urbaneja comienza a organizar a los masones dispersos en una forma pre política del partido liberal y del conservador. Un evento memorable fue la llegada de un joyero de origen francés, de apellido Cerneau, quien usurpó los poderes de una de los grandes aerópagos masónicos estadounidenses, para otorgar el grado 33 a cuanto caballero notable anotó en una lista que fue conservada en la colección documental de Blanco y Azpúrua. Así comienza la historia de los altos grados masónicos (grados laterales según Alex Mellor) en Venezuela, una suerte de masonería dentro de la masonería, causa de gran cantidad de cismas masónicos.
Sobre la Historia de la Masonería en Venezuela, he escrito una tesis de grado,  dictado cátedra en la Universidad Central de Venezuela,  he escrito libros, folletos y gran cantidad de artículos, y conferencias, en Venezuela, México y en Cuba. Si tengo que resumir su historia de una institución cuyo principio fundamental es la unión, tendría que decir que es la historia de sus divisiones. Pero esto no es lo más contradictorio, sino que los grandes aportes de los masones venezolanos del siglo XIX, son desconocidos para los masones quienes después de 1950 le rinden culto al templo de Cirene, concentrados en el culto a los héroes, perdiendo la brújula de su pasado.

lunes, 26 de marzo de 2012

Terremoto en Caracas 1812 Eloy Reverón

Un sismo de intensidad considerable dejó parcialmente destruida a Caracas, y afectó severamente a El Tocuyo, San Felipe y Valencia mientras celebraban la misa de Jueves Santo. Horas más tarde tembló en Mérida. El pánico se apoderó de los sobrevivientes. Así como se acordaban de Santa Bárbara solo cuando un rayo partía agrietaba la bóveda celeste, de la misma manera se arrodillaban para pedir protección a Dios, ante la posibilidad de un nuevo temblor.

Monseñor Narciso Coll y Prat difundió, a través de los sermones de sus sacerdotes, la matriz de opinión de que el terremoto era un castigo de Dios, había sido culpa del Gobierno. Dios los castigaba por haber desconocido la autoridad del Rey. Aunque la Asamblea Constituyente justificó reiteradas veces que la independencia fue motivada por el vacío de poder, ante la negación a reconocer a Bonaparte como rey. Solo a Humboldt o a Miranda se le hubiera ocurrido pensar que el temblor de la tierra se debía al deslizamiento de una placa tectónica.


Un comerciante marino de apellido Monteverde desembarcó en las inmediaciones de Coro con una tropa de trescientos saqueadores, a los cuales se les fue sumando tanta gente, que cuando llegaron a Caracas sumaban cerca de tres mil. Monteverde era canario, igual que la clase mercurial que se había rebelado contra el Gobierno en 1811. ¿Porqué rebelarse si ellos necesitaban la libertad de comercio? En realidad les iba muy bien con el contrabando, sino pregúntenle como le fue a Don Sebastián de Miranda o más tarde al Taita Boves con su pulpería en la zona fronteriza. 


La ausencia del Rey implicaba quedarse a merced de la aristocracia criolla, que asumió la organización de un gobierno independiente, como clase dominante se creyó heredera del Rey. Olvidó que los canarios y los pardos habían acumulado capital suficiente para reclamar su cuota de poder. Después pretendió asegurar los latifundios con la Ordenanza de Los Llanos, ese será otro capítulo destinado a la rebelión popular de los llaneros, y otro tema el de Piar, los pardos y la guerra de colores. O como diríamos ahora, la lucha de clases.
El tema de actualidad que vislumbra el recuerdo de ese movimiento telúrico, es la presencia de la cristiandad dominadora representada por el cura de alta jerarquía, Narciso Coll y Prat; frente al cristianismo liberador de Juan Germán Roscio. El primero justificaba el sistema de  dominación colonialista esclavista impuesto por la monarquía española; el segundo, un abogado defensor de la gente de la periferia, quién tuvo que enfrentarse al colegio de Abogados porque su linaje social estaba oscurecido por ciertos genes de la herencia autóctona de la Indianidad.


Cualquier parecido al aquí y ahora con Monseñor Urosa que se incorpora a la campaña electoral exigiendo al Gobierno que se ocupe de lo que se ocupa, de la violencia, pero olvidando no solo que El Pretendiente, escogido por la Mesa Esa, carece de plan concreto para enfrentarla, ni que tampoco la supo enfrentar como alcalde, sino que la Conferencia Episcopal Latinoamericana  (CELAN) reunida en Medellín, Colombia, 1968, declaró que el sistema económco, social, y político de la región era una forma de violencia institucionalizada. 

domingo, 11 de marzo de 2012

FILVEN 2012 Historiador Eloy Reverón Conversatorio


Conversatorio sobre la obra de Francisco Herrera Luque a la luz de una teoría bolivariana de la Historia. Eloy Reverón FILVEN 2012
Comenzamos enumerando los aspectos fundamentales del tema que vamos a conversar, y lo que entendemos por bolivariano y a cuál obra de Herrera Luque nos referimos. Antes de darle inicio al conversatorio debemos ponernos de acuerdo en ocho asuntos. Si no desciframos el secreto entre todos lo leeré al final
1.- El tema central: ¿De qué manera  puede nutrir la obra de Francisco Herrera Luque a una teoría bolivariana de la historia?

2.- Definir lo que concebimos por teoría bolivariana de la Historia y cuál es el tema de El Bolívar de Carne y Hueso.
3.- Concepción de historia bolivariana. Ha de manejarse dentro de la dialéctica de la (Dominación - Resistencia – Liberación), Marx no se ubicó expresamente desde allí porque pensó desde las fábricas inglesas y no desde las plantaciones de caña del ingenio de San Mateo. ¿Cuál es la diferencia? Desde aquí, la visión es ana dialéctica. Los explotadores y explotados del ingenio tienen amos foráneos.
4.- El punto de partida: la realidad histórica. Cuando los españoles llegaron al territorio insular de Quisqueya, le cambiaron el nombre por “La Española” y la utilizaron como base de operaciones para, después de expandir geográficamente su cultura de dominio hacia Tierra Firme. Desde esa realidad no se puede dejar de reconocer que en ese momento estaban conquistando a todo eso que hoy conocemos como nuestra América. No puede perder esa realidad  geopolítica en el presente. Estamos hablando de teoría de la relatividad del tiempo espacio histórico.
5.- Significado. Una teoría bolivariana de la historia no significa lo que siempre creyeron y creen los retoños coloniales que bolivariano: es repetir de memoria el libro de las citas citables de Bolívar y tratar de incrustarlas como piezas de un rompecabezas desde una realidad histórica que se desconoce en el presente que se les antoje. Eso no es bolivariano. La idea fundamental de lo bolivariano está en reflexionar desde una perspectiva liberadora las raíces del pensamiento y praxis revolucionaria de Bolívar, vale decir ampliado hacia sus maestros como proyección pretérita, y los otros luchadores sociales que se inspiraron en su obra como proyección futura. Pero no es tan simple ni se queda allí no más, sino que se expande al estudio hermenéutico de su discurso en decretos y proclamas, y sobre todo en su epistolario.
6.- El primer punto de interés en la obra de don Pancho Herrera. Un Bolívar que brota de la realidad histórica es un Bolívar humano y no un dios.
7.- ¿Quién fue Don Pancho Herrera? profesor de psiquiatría que compartía su tiempo en atender a sus pacientes y al ejercicio de investigar y escribir. Sus estudios de psiquiatría histórica causaron enorme recelo desde los prejuicios de clases sociales y de los gremios profesionales, no sólo por su éxito editorial, sino porque intuían que su obra subvertía un “orden”, porque derrumbaba los mitos utilizados por la cultura de dominación para sus efectos prácticos.
8.- Para dejar sobre el tapete alguna otra razón para considerar pertinente y actual las conclusiones de sus estudios en el tema de la violencia. Durante lo largo y ancho del siglo XX, trataron de imponer una matriz de opinión de que la violencia era un asunto del siglo XIX, y que si no podían ocultar las evidencias de la violencia era porque la democracia tenía entonces diez años y todavía quedaban los residuos de diez años de dictadura en 1968. Mientras la conferencia episcopal de Medellín concluía que el sistema político económico imperante en la América Latina era una forma de violencia institucionalizada. Herrera Luque no se conformó con denunciar la realidad presente a través de la realidad histórica, sino que la contó con un discurso tan hermenéuticamente cuidado, y con perfiles psicológicos tan verosímiles, que después de la exégesis histórica de su lenguaje podemos hallar a un artista transmitiendo en una cuartilla lo que las llamadas ciencias sociales, ocupan quince, pero con un lenguaje altisonante reservado para la élite de iniciados para quienes escriben.
Con estos puntos sobre la mesa podemos comenzar por escuchar las preguntas que permitan aclarar los puntos señalados. Después que los participantes tengan claro los ochos puntos a reflexionar, vengan las participaciones para exponer brevemente, la ampliación o el desacuerdo sobre los puntos tratados.
Al finalizar revelaremos el secreto: los dos primeros aspectos que provienen de visualizar a un Bolívar real, y humano y, desde allí a lo que nos devuelve la hermenéutica de su discurso con respecto a esos dos aspectos.
1.- La preocupación manifiesta en el discurso bolivariano, haciendo lo posible desde la toma de decisiones políticas para que Venezuela no volviera, nuevamente a ser víctima de la violencia brutal de una guerra racial o lo que hoy conocemos como estallido social.
2.- La actitud bolivariana de mantener un aspecto fundamental de las leyes de Indias: el subsuelo y todas las riquezas mineras que allí se encuentran, son propiedad del Estado. Quien invierta capital y trabajo para explotarlas, así se encuentren en su propiedad privada, tendrá que pagarle al Estado el impuesto que este determine.

jueves, 9 de febrero de 2012

Desde la Teoría Bolivariana de la Historia (4 de Febrero de 1992) por Eloy Reverón

(Texto preparado para la exposición sobre el 4F realizada por el autor en "Librerías del Sur" sede esquina de Las Gradillas, el día jueves 9 de febrero de 2012 atendiendo invitación del Frente de Comunicadores Populares Nuestra América)
Desde el triunfo de la Oligarquía Conservadora a raíz de la muerte de Simón Bolívar, el poder establecido utilizó la estrategia de fragmentar la historia para sacar los hechos de contexto y desvincularlos de los procesos que los pueden explicar. Uno de sus movimientos tácticos característicos consistió en exaltar las fechas y los héroes por encima de los pueblos y sus luchas, tendencia que logró su máximo esplendor con la conmemoración del centenario de la muerte del Libertador.
  
De allí nos viene un hábito que puede ser nocivo si no colocamos a ambos en su justa dimensión: presentar la historia fraccionada y colocar el culto al héroe por sobre la lucha de los pueblos, minimizando la lucha de clases y banalizando la dialéctica de la Dominación – Resistencia- Liberación, la cual agrega una variable a la expresión sintética de la historia como historia de la lucha entre explotadores y explotados. Algo tan simple como importante, en las regiones colonizadas: los explotadores tienen dueños foráneos. Esta realidad histórica menos considerada aún, afecta de variadas maneras.   

Hemos visto de qué descarada manera, los retoños del colonialismo aún pretenden banalizar esta fecha mediante del aislamiento del hecho con su pasado, reduciéndolo a su mínima expresión: “Un Golpe fallido”. Ellos sospechan que no se puede llegar a la realidad del 4F sin el trasfondo del 27 de febrero de 1989, sin lo señalado en el párrafo anterior. Se concentran en el lado oscuro de ese día: la sangre. Desde ese punto de vista no habría nada que celebrar, menos aún cuando la fecha emerge como hito para hacer visible ante todos, el agotamiento del modelo de dictadura de partidos vestida de democracia de élites. Desde este punto de vista no podrían celebrar el hecho más sangriento de nuestra historia, la independencia.

La reflexión sobre el sentido del 4F se presta para el desarrollo de varias ideas fundamentales. La trayectoria de la relación entre pueblo y ejército cuya importancia ya era advertida por Francisco de Miranda en 1806. Su discípulo esencial, el general Manuel Piar, logró sus triunfos mediante el reclutamiento de su oficialidad en los sectores populares en virtud de las promesas de tierra y libertad. Podríamos agregar los ejemplos de Boves y Zamora que se agruparon en una línea semejante. O del mismo Páez para ponerlos al servicio de la Oligarquía Conservadora.

En un sentido contrario, la oligarquía conservadora se preocupó por reconstruir la idea de un ejército de castas a partir de 1830; y finalmente cómo Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez se ocupan en reorganizar un ejército presto a sus intereses durante la reformulación del proyecto de la sociedad colonial implantada, de los cuales saldrá el autor intelectual de este proceso, el general López Contreras, heredero del régimen que crearía una serie de instituciones, que van desde el plano militar hasta el ideológico, donde enfrenta con el culto al Libertador, a los influjos de las corrientes ideológicas representadas como el fascismo y Comunismo, al los cuales veía como amenaza para la integridad nacional. De allí surgen nuevas relecturas del ideal bolivariano y la reedición de sus obras completas. El pensamiento bolivariano queda relegado finalmente a una referencia protocolar en los actos públicos. La esencia del pensamiento bolivariano se verá opacada por la realidad internacional de la guerra fría y la conformación del mundo bipolar que marcarán el curso de las características generales de un ejército de porte nacionalista, pero que cada vez se alejó del pueblo que lo conformaba, así surgieron los primeros levantamientos del año nuevo de 1958. Finalmente, la estrategia de Betancourt al jubilarlos temprano, generó una oficialidad con una carrera alternativa a la militar que inevitablemente los llevaría a otros niveles de reflexión política como se notó mejor en el ambiente después del 4F, la advertencia del 2 de junio y el 27N, todos en el año de 1992.

Por ahora nos interesa dejar sentado la proyección del 4F como un factor dinámico hacia la conformación de una nueva doctrina de seguridad y defensa integral, donde el desarrollo de esta unidad terminará con romper los viejos esquemas impuestos desde la “Escuela de las Américas”.

El segundo aspecto que debe llevarnos a reflexión el 4F es su papel al poner en evidencia el agotamiento de un modelo político al servicio de las fuerzas foráneas de dominación neo coloniales, el cual estaba sedimentado en los miedos inculcados desde los intereses de la Guerra Fría, el fantasma de comunismo, y la arrogancia de los intereses neoliberales que tenían montada su trampa desde la década del 70 del siglo pasado y que sonaron sus trompetas triunfales en el símbolo de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989, pone en evidencia lo que el neoliberalismo venía proclamando: “El fin de las ideologías” fiesta opacada ante la necesidad de un auto golpe, una suerte de muro de Berlín neoliberal, el 11 de septiembre de 2001 de las torres gemelas. Asunto que termina dando razón a la idea manejada en la Escuela de Historia UCV  por el profesor Eduardo Camps V en 1989: el derrumbe de la sociedad industrial en una nueva manifestación de la crisis del capitalismo, cuyo primer  momento coyuntural fue ubicado en 1928.

Efectivamente, la denominada “Democracia Representativa”, diseño y obra del Departamento de Estado y su rostro visible, el Pacto de Punto Fijo, que le diera forma a la dictadura del capital disfrazada con el lema de la “Gran Venezuela”, representado por Carlos Andrés Pérez y su represión intensa a la operación Argimiro Gabaldón y a cualquier intento de insurgencia guerrillera. CAP incrementaba el gasto publico mediante el endeudamiento externo, mientras el FMI y el Banco Mundial tejían su telaraña. En 1981 caen los precios del petróleo, y como siempre, los más pobres pagan los platos rotos.     

El presidente entonces electo Luis Herrera Campins señaló recibía una “Gran Venezuela” hipotecada en 1979. El 18 de febrero llega la hora de enfrentar la realidad. Cae la careta que impide seguir ocultando cómo mediante los vectores de la fuerza de dominio económico y cultural, habían colocado a la soberanía nacional de rodillas.

La clase dirigente que había comprado sus petrodólares baratos para depositarlos en los bancos de las potencias neo coloniales para enriquecerse con la mano de obra abaratada de los venezolanos. La fuga de divisas ha sido calculada en 8 mil millones de dólares antes del control de cambios.

Monseñor Moronta, Guillermo Morón y una prolongada lista que publicó  Últimas Noticias poco después del llamado "Viernes Negro", el 18F de 1983. Muchos creyeron que con un presidente “como tu”, el problema sería superado, pero después de nuevos refinanciamientos de la deuda,  empeoraría la realidad económica.

En 1989 estalló la rebelión popular contra el paquete de medidas económicas destinadas, como había sido costumbre histórica, a colocar todos los recursos naturales a la disposición de los dueños foráneos de la deuda, el capital internacional. La gente, no solo se negó a pagar mediante el alza de precios, sino que entró en masa a saquear los abastos y supermercados. Los medios de comunicación hicieron el resto difundiendo la noticia en la forma como lo hicieron.

Al general Itlalo del Valle Aliegro le tocó dirigir la operación de “restablecer el orden” mediante una represión tan brutal, que el ministro Izaguirre se devolvió del micrófono cuando leyó la tamaña mentira que le tocaba leer en un papel que llevaba en la mano. Aristóbulo habló de la soga en la casa del ahorcado diciendo que había que democratizar la democracia, estas palabras solo tuvieron repercusión cuando fueron repetidas astutamente por el doctor Caldera.  

Después de tres años, desde que los parlamentarios se habían rasgado las vestiduras admitiendo que en el estado deplorable de la realidad social estaba la tragedia que tuvieron que reprimir. La clase política no entendió que el mundo de las relaciones de poder estaba cambiando, y aún continúa.
Una realidad donde se concentraron fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales emerge en  la historia de nuestra América a la hora de pensar en las causas de un estallido social, donde el 4F es uno de los eventos primordiales para impulsar la toma de conciencia necesaria para dar un paso al frente hacia una alternativa digna para los pueblos.

Hay dos elementos sustanciales que se unen en esta fecha. La reacción de un pueblo que sale a la calle reclamando el pan ante la expropiación de su bienestar y su futuro, e irrumpe de manera abierta y evidente contra el “orden público”, sacando la mercancía de los almacenes donde los especuladores acumulaban grandes cantidades de alimentos que esperaban la aplicación del paquete de medidas, para venderlos con los nuevos precios. El segundo elemento, la reacción de los militares de rango medio conscientes de que los cambios sustanciales necesarios a los que se referían los políticos desde el Congreso, no eran asumidos con la urgencia del caso, y por consiguiente se haría necesario un nuevo acto de represión contra un pueblo enardecido. Ante esta realidad, las nuevas generaciones de militares, no estaban dispuestos a manchar sus manos de sangre para seguir sosteniendo aquella dictadura de partidos que eufemísticamente llamaban democracia.

La relación de estos elementos sustanciales está mediada por dos asuntos que se expresan en las imágenes archivadas y expuestas en estas fechas. Por un lado la represión y por el otro la censura mediática. Durante el 27 de febrero y los días sucesivos, las imágenes de los saqueos estuvieron al orden del día. Los televidentes se enteraron de las protestas y decidieron unirse a lo que se estaba convirtiendo en una rebelión civil. Los medios comenzaron a ser censurados por el toque de queda y la suspensión de las garantías constitucionales, habría que esperar hasta 1992 para que estallara la crisis institucional.

El 4 de febrero, le dieron el micrófono en vivo al comandante Chávez para que aplacara la rebeldía, pero el arrojo reflejado en sus célebres palabras: “asumo la responsabilidad” del golpe, algo que no había hecho ni vuelto a hacer por personaje alguno en nuestra historia.  Y no conformándose con eso advierte, que el cese de hostilidades es transitorio, “por ahora”, como diciendo perdemos esta batalla pero ganaremos la definitiva. 

El cuatro de febrero marca un hito de cabal importancia porque la falta de virtud de una pandilla de gobernantes que habían endeudado al país al extremo de tener que aceptar un paquete de medidas económicas que colocaban como víctimas de la deuda, a los sectores más pobres de la economía.

En esta rebelión convergen la corrupción de los poderes y los valores producto de la misma crisis del capitalismo, y la falta de conciencia, por parte de una clase dominante, al no poder percibir los cambios que se venían generando desde la caída del muro de Berlín en el reordenamiento de los poderes mundiales, los cuales son muy fácil de apreciar desde esta perspectiva del 2012, pero que en aquel momento había que estar muy consciente de la realidad histórica para darse cuenta del proceso que comenzaba a gestarse.

Finalmente sale a la luz pública el intento de un modelo ideológico alterno desde un bolivarianismo que había sido desprestigiado porque había permanecido en el uso absoluto de su patrimonio político por parte de la oligarquía, ahora presentaba una relectura desde la alegoría del árbol de las tres raíces. El pensamiento bolivariano que reaparece en el escenario público como un elemento para estimular el imaginario colectivo hacia un proceso liberador de la conciencia, mucho más allá que el pensamiento mismo del Libertador, son las realidades de su época que no se han resuelto integralmente en el presente. Interpreto que buscar la teoría bolivariana de la realidad histórica desde la reflexión de nuestra realidad colonizada en busca de liberación.

Así la teoría bolivariana de la historia se construye desde el momento primordial de la implantación de la base de operaciones para la Conquista de Nuestra América, desde la isla de Quisqueya, rebautizada La Española a partir del encubrimiento de América en 1494, y alcanzará el cierre del período histórico cuando los cuatro vectores de la fuerza de dominio colonial sean integralmente sustituidos por los vectores de la fuerza liberadora.     

Esto se puede apreciar en el discurso del presidente Chávez cuando habla de resistencia de la indianidad y evoca nombres como Tupac Catari, Lautaro y Guaicaipuro. 

Desde la Teoría Bolivariana de la Historia (4 de Febrero de 1992) por Eloy Reverón

Desde el triunfo de la Oligarquía Conservadora a raíz de la muerte de Simón Bolívar, el poder establecido utilizó la estrategia de fragmentar la historia para sacar los hechos de contexto y desvincularlos de los procesos que los pueden explicar. Uno de sus movimientos tácticos característicos consistió en exaltar las fechas y los héroes por encima de los pueblos y sus luchas, tendencia que logró su máximo esplendor con la conmemoración del centenario de la muerte del Libertador.
  
De allí nos viene un hábito que puede ser nocivo si no colocamos a ambos en su justa dimensión: presentar la historia fraccionada y colocar el culto al héroe por sobre la lucha de los pueblos, minimizando la lucha de clases y banalizando la dialéctica de la Dominación – Resistencia- Liberación, la cual agrega una variable a la expresión sintética de la historia como historia de la lucha entre explotadores y explotados. Algo tan simple como importante, en las regiones colonizadas: los explotadores tienen dueños foráneos. Esta realidad histórica menos considerada aún, afecta de variadas maneras.   

Hemos visto de qué descarada manera, los retoños del colonialismo aún pretenden banalizar esta fecha mediante del aislamiento del hecho con su pasado, reduciéndolo a su mínima expresión: “Un Golpe fallido”. Ellos sospechan que no se puede llegar a la realidad del 4F sin el trasfondo del 27 de febrero de 1989, sin lo señalado en el párrafo anterior. Se concentran en el lado oscuro de ese día: la sangre. Desde ese punto de vista no habría nada que celebrar, menos aún cuando la fecha emerge como hito para hacer visible ante todos, el agotamiento del modelo de dictadura de partidos vestida de democracia de élites. Desde este punto de vista no podrían celebrar el hecho más sangriento de nuestra historia, la independencia.

La reflexión sobre el sentido del 4F se presta para el desarrollo de varias ideas fundamentales. La trayectoria de la relación entre pueblo y ejército cuya importancia ya era advertida por Francisco de Miranda en 1806. Su discípulo esencial, el general Manuel Piar, logró sus triunfos mediante el reclutamiento de su oficialidad en los sectores populares en virtud de las promesas de tierra y libertad. Podríamos agregar los ejemplos de Boves y Zamora que se agruparon en una línea semejante. O del mismo Páez para ponerlos al servicio de la Oligarquía Conservadora.

En un sentido contrario, la oligarquía conservadora se preocupó por reconstruir la idea de un ejército de castas a partir de 1830; y finalmente cómo Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez se ocupan en reorganizar un ejército presto a sus intereses durante la reformulación del proyecto de la sociedad colonial implantada, de los cuales saldrá el autor intelectual de este proceso, el general López Contreras, heredero del régimen que crearía una serie de instituciones, que van desde el plano militar hasta el ideológico, donde enfrenta con el culto al Libertador, a los influjos de las corrientes ideológicas representadas como el fascismo y Comunismo, al los cuales veía como amenaza para la integridad nacional. De allí surgen nuevas relecturas del ideal bolivariano y la reedición de sus obras completas. El pensamiento bolivariano queda relegado finalmente a una referencia protocolar en los actos públicos. La esencia del pensamiento bolivariano se verá opacada por la realidad internacional de la guerra fría y la conformación del mundo bipolar que marcarán el curso de las características generales de un ejército de porte nacionalista, pero que cada vez se alejó del pueblo que lo conformaba, así surgieron los primeros levantamientos del año nuevo de 1958. Finalmente, la estrategia de Betancourt al jubilarlos temprano, generó una oficialidad con una carrera alternativa a la militar que inevitablemente los llevaría a otros niveles de reflexión política como se notó mejor en el ambiente después del 4F, la advertencia del 2 de junio y el 27N, todos en el año de 1992.

Por ahora nos interesa dejar sentado la proyección del 4F como un factor dinámico hacia la conformación de una nueva doctrina de seguridad y defensa integral, donde el desarrollo de esta unidad terminará con romper los viejos esquemas impuestos desde la “Escuela de las Américas”.

El segundo aspecto que debe llevarnos a reflexión el 4F es su papel al poner en evidencia el agotamiento de un modelo político al servicio de las fuerzas foráneas de dominación neo coloniales, el cual estaba sedimentado en los miedos inculcados desde los intereses de la Guerra Fría, el fantasma de comunismo, y la arrogancia de los intereses neoliberales que tenían montada su trampa desde la década del 70 del siglo pasado y que sonaron sus trompetas triunfales en el símbolo de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989, pone en evidencia lo que el neoliberalismo venía proclamando: “El fin de las ideologías” fiesta opacada ante la necesidad de un auto golpe, una suerte de muro de Berlín neoliberal, el 11 de septiembre de 2001 de las torres gemelas. Asunto que termina dando razón a la idea manejada en la Escuela de Historia UCV  por el profesor Eduardo Camps V en 1989: el derrumbe de la sociedad industrial en una nueva manifestación de la crisis del capitalismo, cuyo primer  momento coyuntural fue ubicado en 1928.

Efectivamente, la denominada “Democracia Representativa”, diseño y obra del Departamento de Estado y su rostro visible, el Pacto de Punto Fijo, que le diera forma a la dictadura del capital disfrazada con el lema de la “Gran Venezuela”, representado por Carlos Andrés Pérez y su represión intensa a la operación Algimiro Gabaldón y a cualquier intento de insurgencia guerrillera. CAP incrementaba el gasto publico mediante el endeudamiento externo, mientras el FMI y el Banco Mundial tejían su telaraña. En 1981 caen los precios del petróleo, y como siempre, los más pobres pagan los platos rotos.     

El presidente entonces electo Luis Herrera Campins señaló recibía una “Gran Venezuela” hipotecada en 1979. El 18 de febrero llega la hora de enfrentar la realidad. Cae la careta que impide seguir ocultando cómo mediante los vectores de la fuerza de dominio económico y cultural, habían colocado a la soberanía nacional de rodillas.

La clase dirigente que había comprado sus petrodólares baratos para depositarlos en los bancos de las potencias neo coloniales para enriquecerse con la mano de obra abaratada de los venezolanos. La fuga de divisas ha sido calculada en 8 mil millones de dólares antes del control de cambios.
Monseñor Moronta, Guillermo Morón y una prolongada lista que publicó últimas noticias poco después del llamado Viernes Negro 18F 1983. Muchos creyeron que con un presidente “como tu”, el problema sería superado, pero después de nuevos refinanciamientos de la deuda, se empeoraría la realidad económica.
En 1989 estalló la rebelión popular contra el paquete de medidas económicas destinadas, como había sido costumbre histórica, a colocar todos los recursos naturales a la disposición de los dueños foráneos de la deuda, el capital internacional. La gente, no solo se negó a pagar mediante el alza de precios, sino que entró en masa a saquear los abastos y supermercados. Los medios de comunicación hicieron el resto difundiendo la noticia en la forma como lo hicieron.
Al general Itlalo del Valle Aliegro le tocó dirigir la operación de “restablecer el orden” mediante una represión tan brutal, que el ministro Izaguirre se devolvió del micrófono cuando leyó la tamaña mentira que le tocaba leer en un papel que llevaba en la mano. Aristóbulo habló de la soga en la casa del ahorcado diciendo que había que democratizar la democracia, estas palabras solo tuvieron repercusión cuando fueron repetidas astutamente por el doctor Caldera.  
Después de tres años, desde que los parlamentarios se habían rasgado las vestiduras admitiendo que en el estado deplorable de la realidad social estaba la tragedia que tuvieron que reprimir. La clase política no entendió que el mundo de las relaciones de poder estaba cambiando, y aún continúa.
Una realidad donde se concentraron fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales emerge en  la historia de nuestra América a la hora de pensar en las causas de un estallido social, donde el 4F es uno de los eventos primordiales para impulsar la toma de conciencia necesaria para dar un paso al frente hacia una alternativa digna para los pueblos.
Hay dos elementos sustanciales que se unen en esta fecha. La reacción de un pueblo que sale a la calle reclamando el pan ante la expropiación de su bienestar y su futuro, e irrumpe de manera abierta y evidente contra el “orden público”, sacando la mercancía de los almacenes donde los especuladores acumulaban grandes cantidades de alimentos que esperaban la aplicación del paquete de medidas, para venderlos con los nuevos precios. El segundo elemento, la reacción de los militares de rango medio conscientes de que los cambios sustanciales necesarios a los que se referían los políticos desde el Congreso, no eran asumidos con la urgencia del caso, y por consiguiente se haría necesario un nuevo acto de represión contra un pueblo enardecido. Ante esta realidad, las nuevas generaciones de militares, no estaban dispuestos a manchar sus manos de sangre para seguir sosteniendo aquella dictadura de partidos que eufemísticamente llamaban democracia.
La relación de estos elementos sustanciales está mediada por dos asuntos que se expresan en las imágenes archivadas y expuestas en estas fechas. Por un lado la represión y por el otro la censura mediática. Durante el 27 de febrero y los días sucesivos, las imágenes de los saqueos estuvieron al orden del día. Los televidentes se enteraron de las protestas y decidieron unirse a lo que se estaba convirtiendo en una rebelión civil. Los medios comenzaron a ser censurados por el toque de queda y la suspensión de las garantías constitucionales, habría que esperar hasta 1992 para que estallara la crisis institucional.

El 4 de febrero, le dieron el micrófono en vivo al comandante Chávez para que aplacara la rebeldía, pero el arrojo reflejado en sus célebres palabras: “asumo la responsabilidad” del golpe, algo que no había hecho ni vuelto a hacer por personaje alguno en nuestra historia.  Y no conformándose con eso advierte, que el cese de hostilidades es transitorio, “por ahora”, como diciendo perdemos esta batalla pero ganaremos la definitiva. 

El cuatro de febrero marca un hito de cabal importancia porque la falta de virtud de una pandilla de gobernantes que habían endeudado al país al extremo de tener que aceptar un paquete de medidas económicas que colocaban como víctimas de la deuda, a los sectores más pobres de la economía.

En esta rebelión convergen la corrupción de los poderes y los valores producto de la misma crisis del capitalismo, y la falta de conciencia, por parte de una clase dominante, al no poder percibir los cambios que se venían generando desde la caída del muro de Berlín en el reordenamiento de los poderes mundiales, los cuales son muy fácil de apreciar desde esta perspectiva del 2012, pero que en aquel momento había que estar muy consciente de la realidad histórica para darse cuenta del proceso que comenzaba a gestarse.

Finalmente sale a la luz pública el intento de un modelo ideológico alterno desde un bolivarianismo que había sido desprestigiado porque había permanecido en el uso absoluto de su patrimonio político por parte de la oligarquía, ahora presentaba una relectura desde la alegoría del árbol de las tres raíces. El pensamiento bolivariano que reaparece en el escenario público como un elemento para estimular el imaginario colectivo hacia un proceso liberador de la conciencia, mucho más allá que el pensamiento mismo del Libertador, son las realidades de su época que no se han resuelto integralmente en el presente. Interpreto que buscar la teoría bolivariana de la realidad histórica desde la reflexión de nuestra realidad colonizada en busca de liberación.

Así la teoría bolivariana de la historia se construye desde el momento primordial de la implantación de la base de operaciones para la Conquista de Nuestra América, desde la isla de Quisqueya, rebautizada La Española a partir del encubrimiento de América en 1494, y alcanzará el cierre del período histórico cuando los cuatro vectores de la fuerza de dominio colonial sean integralmente sustituidos por los vectores de la fuerza liberadora.     

Esto se puede apreciar en el discurso del presidente Chávez cuando habla de resistencia de la indianidad y evoca nombres como Tupac Catari, Lautaro y Guaicaipuro. 

jueves, 2 de febrero de 2012

El 4 de febrero de 1992, el 11 de abril de 2002 y la batalla por la interpretación del pasado por Amaury González Vilera

Dice la historiadora chilena Cristina Moyano citando a la prensa de su país, que el pasado mes de diciembre el Consejo Nacional de Educación aprobó unas bases curriculares que, en lo que se refiere a la historia reciente de la tierra de Salvador Allende, presentaban un importante y sensible cambio conceptual: el período histórico pinochetista ya no se llamaba dictadura militar sino “gobierno militar”.
Al leer esta noticia, lo primero que recordé fue la conocida novela de George Orwell, 1984, de la cual extraemos aquella frase que nos dice que “quien controla el presente controla el pasado, quien controla el pasado controla el futuro”, en clara alusión a las estrategias que en un momento dado pueden implementar los sistemas políticos totalitarios para borrar la memoria histórica, e incluso a la historia misma; lo otro que recordé, a propósito de los veinte años de los hechos del 4 de febrero de 1992, fue la pretensión que ha demostrado el oposicionismo en diversas ocasiones, de comparar y analogar la rebelión militar del 4 de febrero con el golpe de Estado fascista del 11 de abril de 2002. Según esta opinión, que seguramente se manifestará otra vez en la venidera conmemoración, Chávez llama golpista a Carmona y a su combo siendo él también un golpista.
El debate suscitado en la sociedad chilena luego de que se conociera la intención de modificar el nombre de un período histórico tan traumático para los chilenos, y la oposición que generó en diversos sectores, logró que la reforma fuera descartada; la dictadura militar seguiría siendo dictadura militar, y Pinochet el jefe histórico y responsable de la terrible represión. Y aunque el cambio de nombre, sutil y aparentemente inocuo, no cambia lo que “realmente ocurrió”, conviene recordar en primer lugar que las palabras no son neutras y menos aún si estas se refieren a conceptos y procesos políticos históricos. Una actitud anti intelectual podría no tener reparos en tachar esta discusión como una pérdida de tiempo, cuando no de pura paja. Pero las palabras, aparte de tener por lo general una o varias acepciones, pueden tener y de hecho tienen también connotaciones que han llegado a adquirir en el devenir histórico y que, aunque algunas llegan a desvanecerse, otras permanecen echando profundas raíces en el imaginario social en cuestión.
Pero más allá, o más bien más acá de las connotaciones, está el hecho de que cuando se trata de una palabra que expresa un concepto político, como democracia, libertad, hegemonía, república, empoderamiento o “vacío de poder”, precisamente por esto, esta está sujeta a luchas interpretativas por parte de todos aquellos que, conscientes de que la realidad es una construcción social, de que la palabra puede eventualmente crear una realidad; conscientes del poder ligado a la producción del discurso sobre la realidad social, pueden en un momento dado, para salvar responsabilidades, reafirmar su poder o, como en el caso chileno, para redefinir todo un período histórico ―que no por casualidad fue una de las etapas más oscuras de su vida política―, impulsar cambios sensibles y, como dijimos, aparentemente inocentes, en el sistema educativo o en las políticas comunicacionales como forma de trastornar la memoria histórica.
Por otra parte, Álvaro Cuadra, en su artículo “¿Dictadura o régimen militar?”, nos recuerda que el lenguaje es una de las herramientas centrales en la construcción de la memoria y el imaginario de una sociedad. Coincidiendo con lo que afirma Moyano, este autor reafirma que no estamos, como pudiera pensarse, ante un asunto sin importancia, ya que “es en el ámbito de lo simbólico donde cristaliza lo político”. Y es que, viniéndonos a Venezuela, a estas alturas del proceso bolivariano ¿alguien puede dudar, indistintamente de su filiación política, de los efectos que han tenido el uso de las palabras escuálido o, más recientemente, majunche, incorporadas magistralmente al discurso político por parte del presidente Chávez?
Nos recuerda Álvaro Cuadra, que la tarea de “limpieza” que iniciaron los golpistas tras la brutal toma del poder fue la del lenguaje. Los gorilas dirían en esa oportunidad, que no se trataba de un criminal golpe de Estado sino de un “pronunciamiento militar”, “como si con tal eufemismo se pudiera lavar la sangre salpicada en las calles de Chile”. Recordemos de nuevo la novela de Orwell, en cuya sociedad se usaba el único diccionario cuyas palabras disminuían cada día con el objetivo de limitar el alcance del pensamiento. Esto es lo que en nuestro mundo concreto llamaríamos una dictadura del lenguaje, y que en Chile comenzó desde el momento mismo del gorilezco “pronunciamiento”. Sin embargo, la creciente influencia de los llamados medios de comunicación en las últimas décadas, la podemos entender como la mera imposición de un lenguaje, con todo lo que esto conlleva y sin necesidad de disparar un tiro.
Todo lo anterior nos lleva al caso que nos convoca. ¿Fue el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992 una acción golpista tal como lo fue la del 11 de abril de 2002? Podemos decir de entrada que no cabe comparación alguna entre ambos acontecimientos. Decir que ambos eventos fueron golpes de Estado y que por tanto los protagonistas de ambas acciones son golpistas sin más, sin ir muy lejos, sería como comparar la entrada en la Habana de Fidel Castro y los barbudos, el 1º de enero de 1959, con el cerco de los carabineros y el bombardeo subsiguiente al Palacio de la Moneda, el 11 de septiembre de 1973. El primer caso es conocido como la Revolución cubana; el segundo, como el sangriento derrocamiento de un presidente democráticamente electo. En Cuba, el evento provocó la alegría de todo un pueblo; en Chile, la acción fue el inicio de una brutal represión contra el pueblo chileno y los máximos líderes de la Unidad Popular, represión que incluyó muerte, tortura y desaparición física de mucha gente.
Más aún, el golpe de Estado de Pinochet fue en su momento saludado por el Departamento de Estado (EEUU), que también apoyó ampliamente la acción golpista, como se ventiló públicamente después. En el caso de la Revolución cubana, se sabe que esta no sólo no contó con apoyo alguno de EEUU, sino que fue víctima desde el mismo principio del proceso de todo un abanico de conspiraciones y agresiones, conflicto que tuvo su cénit de gravedad en la conocida crisis de los misiles de 1962, cuyas consecuencias hubieran sido catastróficas y de alcance mundial.
Como podemos ver, no caben comparaciones. Sólo tendríamos que peguntarnos, de tener dudas sobre si un atentado contra el Estado en un país dado es golpe o es rebelión, cómo fue la participación del pueblo en el episodio, qué ocurrió en lo sucesivo después de la “toma del poder”, y cuál es la posición del imperialismo ante el hecho. El 4 de febrero fue una rebelión militar apoyada por el pueblo contra un régimen deslegitimado que se había mantenido en el poder a punta de plomo, dominante mas no dirigente; el 11 de abril fue un golpe de Estado repudiado por el pueblo y que fue celebrado ampliamente por sectores nacionales y extranjeros en esas 48 horas que duró, y que permitieron que el mundo viera como privilegiado espectador, quienes lo habían apoyado, como se caían esas máscaras.
Hay una clara moraleja: los nombres siguen siendo importantes en la batalla por la interpretación de los hechos históricos, sobre todo porque el presente es historia viva y porque además, como vimos, no se trata sólo de mera “semántica”, sino de una batalla en el ámbito de lo simbólico como lugar donde cristaliza lo político.
@maurogonzag