jueves, 9 de febrero de 2012

Desde la Teoría Bolivariana de la Historia (4 de Febrero de 1992) por Eloy Reverón

(Texto preparado para la exposición sobre el 4F realizada por el autor en "Librerías del Sur" sede esquina de Las Gradillas, el día jueves 9 de febrero de 2012 atendiendo invitación del Frente de Comunicadores Populares Nuestra América)
Desde el triunfo de la Oligarquía Conservadora a raíz de la muerte de Simón Bolívar, el poder establecido utilizó la estrategia de fragmentar la historia para sacar los hechos de contexto y desvincularlos de los procesos que los pueden explicar. Uno de sus movimientos tácticos característicos consistió en exaltar las fechas y los héroes por encima de los pueblos y sus luchas, tendencia que logró su máximo esplendor con la conmemoración del centenario de la muerte del Libertador.
  
De allí nos viene un hábito que puede ser nocivo si no colocamos a ambos en su justa dimensión: presentar la historia fraccionada y colocar el culto al héroe por sobre la lucha de los pueblos, minimizando la lucha de clases y banalizando la dialéctica de la Dominación – Resistencia- Liberación, la cual agrega una variable a la expresión sintética de la historia como historia de la lucha entre explotadores y explotados. Algo tan simple como importante, en las regiones colonizadas: los explotadores tienen dueños foráneos. Esta realidad histórica menos considerada aún, afecta de variadas maneras.   

Hemos visto de qué descarada manera, los retoños del colonialismo aún pretenden banalizar esta fecha mediante del aislamiento del hecho con su pasado, reduciéndolo a su mínima expresión: “Un Golpe fallido”. Ellos sospechan que no se puede llegar a la realidad del 4F sin el trasfondo del 27 de febrero de 1989, sin lo señalado en el párrafo anterior. Se concentran en el lado oscuro de ese día: la sangre. Desde ese punto de vista no habría nada que celebrar, menos aún cuando la fecha emerge como hito para hacer visible ante todos, el agotamiento del modelo de dictadura de partidos vestida de democracia de élites. Desde este punto de vista no podrían celebrar el hecho más sangriento de nuestra historia, la independencia.

La reflexión sobre el sentido del 4F se presta para el desarrollo de varias ideas fundamentales. La trayectoria de la relación entre pueblo y ejército cuya importancia ya era advertida por Francisco de Miranda en 1806. Su discípulo esencial, el general Manuel Piar, logró sus triunfos mediante el reclutamiento de su oficialidad en los sectores populares en virtud de las promesas de tierra y libertad. Podríamos agregar los ejemplos de Boves y Zamora que se agruparon en una línea semejante. O del mismo Páez para ponerlos al servicio de la Oligarquía Conservadora.

En un sentido contrario, la oligarquía conservadora se preocupó por reconstruir la idea de un ejército de castas a partir de 1830; y finalmente cómo Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez se ocupan en reorganizar un ejército presto a sus intereses durante la reformulación del proyecto de la sociedad colonial implantada, de los cuales saldrá el autor intelectual de este proceso, el general López Contreras, heredero del régimen que crearía una serie de instituciones, que van desde el plano militar hasta el ideológico, donde enfrenta con el culto al Libertador, a los influjos de las corrientes ideológicas representadas como el fascismo y Comunismo, al los cuales veía como amenaza para la integridad nacional. De allí surgen nuevas relecturas del ideal bolivariano y la reedición de sus obras completas. El pensamiento bolivariano queda relegado finalmente a una referencia protocolar en los actos públicos. La esencia del pensamiento bolivariano se verá opacada por la realidad internacional de la guerra fría y la conformación del mundo bipolar que marcarán el curso de las características generales de un ejército de porte nacionalista, pero que cada vez se alejó del pueblo que lo conformaba, así surgieron los primeros levantamientos del año nuevo de 1958. Finalmente, la estrategia de Betancourt al jubilarlos temprano, generó una oficialidad con una carrera alternativa a la militar que inevitablemente los llevaría a otros niveles de reflexión política como se notó mejor en el ambiente después del 4F, la advertencia del 2 de junio y el 27N, todos en el año de 1992.

Por ahora nos interesa dejar sentado la proyección del 4F como un factor dinámico hacia la conformación de una nueva doctrina de seguridad y defensa integral, donde el desarrollo de esta unidad terminará con romper los viejos esquemas impuestos desde la “Escuela de las Américas”.

El segundo aspecto que debe llevarnos a reflexión el 4F es su papel al poner en evidencia el agotamiento de un modelo político al servicio de las fuerzas foráneas de dominación neo coloniales, el cual estaba sedimentado en los miedos inculcados desde los intereses de la Guerra Fría, el fantasma de comunismo, y la arrogancia de los intereses neoliberales que tenían montada su trampa desde la década del 70 del siglo pasado y que sonaron sus trompetas triunfales en el símbolo de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989, pone en evidencia lo que el neoliberalismo venía proclamando: “El fin de las ideologías” fiesta opacada ante la necesidad de un auto golpe, una suerte de muro de Berlín neoliberal, el 11 de septiembre de 2001 de las torres gemelas. Asunto que termina dando razón a la idea manejada en la Escuela de Historia UCV  por el profesor Eduardo Camps V en 1989: el derrumbe de la sociedad industrial en una nueva manifestación de la crisis del capitalismo, cuyo primer  momento coyuntural fue ubicado en 1928.

Efectivamente, la denominada “Democracia Representativa”, diseño y obra del Departamento de Estado y su rostro visible, el Pacto de Punto Fijo, que le diera forma a la dictadura del capital disfrazada con el lema de la “Gran Venezuela”, representado por Carlos Andrés Pérez y su represión intensa a la operación Argimiro Gabaldón y a cualquier intento de insurgencia guerrillera. CAP incrementaba el gasto publico mediante el endeudamiento externo, mientras el FMI y el Banco Mundial tejían su telaraña. En 1981 caen los precios del petróleo, y como siempre, los más pobres pagan los platos rotos.     

El presidente entonces electo Luis Herrera Campins señaló recibía una “Gran Venezuela” hipotecada en 1979. El 18 de febrero llega la hora de enfrentar la realidad. Cae la careta que impide seguir ocultando cómo mediante los vectores de la fuerza de dominio económico y cultural, habían colocado a la soberanía nacional de rodillas.

La clase dirigente que había comprado sus petrodólares baratos para depositarlos en los bancos de las potencias neo coloniales para enriquecerse con la mano de obra abaratada de los venezolanos. La fuga de divisas ha sido calculada en 8 mil millones de dólares antes del control de cambios.

Monseñor Moronta, Guillermo Morón y una prolongada lista que publicó  Últimas Noticias poco después del llamado "Viernes Negro", el 18F de 1983. Muchos creyeron que con un presidente “como tu”, el problema sería superado, pero después de nuevos refinanciamientos de la deuda,  empeoraría la realidad económica.

En 1989 estalló la rebelión popular contra el paquete de medidas económicas destinadas, como había sido costumbre histórica, a colocar todos los recursos naturales a la disposición de los dueños foráneos de la deuda, el capital internacional. La gente, no solo se negó a pagar mediante el alza de precios, sino que entró en masa a saquear los abastos y supermercados. Los medios de comunicación hicieron el resto difundiendo la noticia en la forma como lo hicieron.

Al general Itlalo del Valle Aliegro le tocó dirigir la operación de “restablecer el orden” mediante una represión tan brutal, que el ministro Izaguirre se devolvió del micrófono cuando leyó la tamaña mentira que le tocaba leer en un papel que llevaba en la mano. Aristóbulo habló de la soga en la casa del ahorcado diciendo que había que democratizar la democracia, estas palabras solo tuvieron repercusión cuando fueron repetidas astutamente por el doctor Caldera.  

Después de tres años, desde que los parlamentarios se habían rasgado las vestiduras admitiendo que en el estado deplorable de la realidad social estaba la tragedia que tuvieron que reprimir. La clase política no entendió que el mundo de las relaciones de poder estaba cambiando, y aún continúa.
Una realidad donde se concentraron fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales emerge en  la historia de nuestra América a la hora de pensar en las causas de un estallido social, donde el 4F es uno de los eventos primordiales para impulsar la toma de conciencia necesaria para dar un paso al frente hacia una alternativa digna para los pueblos.

Hay dos elementos sustanciales que se unen en esta fecha. La reacción de un pueblo que sale a la calle reclamando el pan ante la expropiación de su bienestar y su futuro, e irrumpe de manera abierta y evidente contra el “orden público”, sacando la mercancía de los almacenes donde los especuladores acumulaban grandes cantidades de alimentos que esperaban la aplicación del paquete de medidas, para venderlos con los nuevos precios. El segundo elemento, la reacción de los militares de rango medio conscientes de que los cambios sustanciales necesarios a los que se referían los políticos desde el Congreso, no eran asumidos con la urgencia del caso, y por consiguiente se haría necesario un nuevo acto de represión contra un pueblo enardecido. Ante esta realidad, las nuevas generaciones de militares, no estaban dispuestos a manchar sus manos de sangre para seguir sosteniendo aquella dictadura de partidos que eufemísticamente llamaban democracia.

La relación de estos elementos sustanciales está mediada por dos asuntos que se expresan en las imágenes archivadas y expuestas en estas fechas. Por un lado la represión y por el otro la censura mediática. Durante el 27 de febrero y los días sucesivos, las imágenes de los saqueos estuvieron al orden del día. Los televidentes se enteraron de las protestas y decidieron unirse a lo que se estaba convirtiendo en una rebelión civil. Los medios comenzaron a ser censurados por el toque de queda y la suspensión de las garantías constitucionales, habría que esperar hasta 1992 para que estallara la crisis institucional.

El 4 de febrero, le dieron el micrófono en vivo al comandante Chávez para que aplacara la rebeldía, pero el arrojo reflejado en sus célebres palabras: “asumo la responsabilidad” del golpe, algo que no había hecho ni vuelto a hacer por personaje alguno en nuestra historia.  Y no conformándose con eso advierte, que el cese de hostilidades es transitorio, “por ahora”, como diciendo perdemos esta batalla pero ganaremos la definitiva. 

El cuatro de febrero marca un hito de cabal importancia porque la falta de virtud de una pandilla de gobernantes que habían endeudado al país al extremo de tener que aceptar un paquete de medidas económicas que colocaban como víctimas de la deuda, a los sectores más pobres de la economía.

En esta rebelión convergen la corrupción de los poderes y los valores producto de la misma crisis del capitalismo, y la falta de conciencia, por parte de una clase dominante, al no poder percibir los cambios que se venían generando desde la caída del muro de Berlín en el reordenamiento de los poderes mundiales, los cuales son muy fácil de apreciar desde esta perspectiva del 2012, pero que en aquel momento había que estar muy consciente de la realidad histórica para darse cuenta del proceso que comenzaba a gestarse.

Finalmente sale a la luz pública el intento de un modelo ideológico alterno desde un bolivarianismo que había sido desprestigiado porque había permanecido en el uso absoluto de su patrimonio político por parte de la oligarquía, ahora presentaba una relectura desde la alegoría del árbol de las tres raíces. El pensamiento bolivariano que reaparece en el escenario público como un elemento para estimular el imaginario colectivo hacia un proceso liberador de la conciencia, mucho más allá que el pensamiento mismo del Libertador, son las realidades de su época que no se han resuelto integralmente en el presente. Interpreto que buscar la teoría bolivariana de la realidad histórica desde la reflexión de nuestra realidad colonizada en busca de liberación.

Así la teoría bolivariana de la historia se construye desde el momento primordial de la implantación de la base de operaciones para la Conquista de Nuestra América, desde la isla de Quisqueya, rebautizada La Española a partir del encubrimiento de América en 1494, y alcanzará el cierre del período histórico cuando los cuatro vectores de la fuerza de dominio colonial sean integralmente sustituidos por los vectores de la fuerza liberadora.     

Esto se puede apreciar en el discurso del presidente Chávez cuando habla de resistencia de la indianidad y evoca nombres como Tupac Catari, Lautaro y Guaicaipuro. 

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