jueves, 21 de febrero de 2013

Renuncia Papal ¿Causa o Consecuencia de qué? Eloy Reverón

La renuncia papal ha sido una sorpresa y un misterio para los desprevenidos de siempre. El discreto encanto de los chismes de palacio que abundan entre opinadores de famosos pasquines  son evidencias del colapso. La renuncia es algo tan banal como una oportunidad para hacer precarias descalificaciones a nuestro Gobierno con triviales comparaciones entre alguien que coloca la falta de salud como pretexto para renunciar; y otro, que no renuncia porque aunque flaquee en salud, le sobra el liderazgo espiritual que al primero le falta.
Es evidente que al comandante Chávez, a Evo Morales o al presidente Correa les sobra el liderazgo espiritual que a Benedicto le falta. El vacío espiritual que sobreviene a la caída del imperio de la modernidad es de tal magnitud que el equipo propagandístico del Vaticano no ha podido ni vender, mucho menos hacerlo popular ante los pobres de toda la vida. 
Los escándalos por el incumplimiento de los mandamientos de los monarcas del Vaticano, ni siquiera las aberraciones sexuales más allá de género y de número nunca fue pulga que los trasnochase al "gran poder de Dios en la Tierra". Siempre hubo temor suficiente para manipular las consciencias de plastilina, porque siempre tuvieron motivaciones extremas para atemorizar a los infelices fieles, los más humildes a quienes vendían indulgencias para edificar aquel inmenso palacio de las Bellas Artes. Aquellos que logran ver el sudor y la miseria sobre la cual está construida aquella maravilla arquitectónica a la memoria de San Pedro. 
Santos como éste no entran al Vaticano
La gente que hace largas colas para besar el pie descalzo de un San José de yeso en los altares de las iglesias durante la Semana Santa, nunca va a creer en los pecados de sus santos de carne y hueso. Santos que no supieron entender hace treinta años que el futuro de la Iglesia estaba en América Latina. Monseñor Oscar A Romero murió crucificado con balas siguiendo los pasos de Cristo en su opción por los pobres. No ellos prefirieron seguir creyendo en el progreso.

Ore mucho Rey de la Iglesia para que no quiebren los bancos del neoliberalismo europeo
Ore profundamente para que no quiebren los negocios del Vaticano. Nuestro corazón entiende vuestros pecados, nadie puede lanzar la primera piedra. Lo invitamos a los barrios de Caracas, para que predique el Evangelio. Nuestros pecados no han agrietado las columnas de la Catedral de San pedro, ellas se debilitan con los argumentos con que fueron fortalecidas.

domingo, 17 de febrero de 2013

Habemus Papam Eloy Reverón


¿Precognitorio el film de Nanni Moretti? ¿O mejor dicho claro en cuanto a la realidad histórica? ¿Una revelación del trasfondo espiritual de la crisis económica y política de una cultura de dominación instaurada desde 1492? ¿La agonía de la última monarquía absoluta de la historia.? ¿Crisis de la Fe? 

Nanni Moretti
1953

http://www.imdb.com/name/nm0604335/
Moretti atrajo la atención de la prensa durante los albores del rodaje de su última película cuando la Iglesia atravesaba por una crisis vinculada a los episodios de pedofilia registrados en los últimos años. Una expectativa superficial cuando se toma en cuenta que el director italiano estaba vinculado a la génesis de los indignados hace ya más de una década cuando apreciaba una realidad encubierta por los intereses económicos que no se resignan ante el derrumbe de la dictadura del dinero.

Stéphane Hessel 1917
Resulta que cuando interrogaron a Stéphane Hessel (1917) para saber quién ejemplificaba mejor a la indignación en Italia, el célebre pensador le respondió que Nanni Moretti, no tanto por su trabajo El Caimán (2006), sino por sus actividades anteriores a aquel Film. Pero más allá de pensarlo como un precursor de los indignados, nos queda su habilidad para describir una realidad del Vaticano que gana la atención de noticia histórica en pleno desarrollo como lo es sin duda la renuncia del Papa, la cual tiene varias lecturas.

La coincidencia entre el Papa de Moretti con Josehp Ratzinger es que ambos renuncian ante la toma de conciencia frente a una realidad que no se sienten aptos para afrontar como representantes directos de Dios sobre la Tierra. El primero intuye esta realidad, no tanto cuando lo anuncian como el Papa que habemus, sino cuando pasa de incógnito por la ciudad. El segundo renuncia después de su labor como demoledor de una Iglesia en la que se podía creer.

Desde su cargo de presidente de la Santa Inquisición, adaptada a las posibilidades del siglo XX con el nombre de Congregación para la  Doctrina de la Fe, actuó como artífice del desmontaje operativo de la Teología de la Liberación. Pero más allá de las teorías conspirativas surgidas tras la repentina muerte Juan Pablo I, a tan solo 33 días después de haber sido anunciado desde el balcón del Vaticano. Allende está la Iglesia que pudo haber sido y no fue, gracias a la férrea voluntad de ese renunciante promotor de la iglesia de los ricos. En ese paseo por la realidad se encuentran ambos pontífices, el del film por infalible convicción de que no es infalible: renuncia. Mientras que el de la vida real frente a la realidad que tener que reconducir la Iglesia como Papa, hacia el rumbo donde la había desviado siguiendo los lineamientos de los  intereses políticos y económicos de los poderosos en tiempos de la Teología de la Liberación.

El paseo citadino del Papa cinematográfico equivale a un paseo de Ratzinger por la realidad histórica de la cristiandad que él ha construido opuesta al cristianismo donde aquel Cristo que se hizo hombre pobre para liberar a los pobres de la tierra, murió ejecutado por los poderosos intereses amenazados por la resistencia pasiva del Nazareno.

Imágenes como la de la Africana saliendo de la playa para ser víctima de la explotación por el capitalismo salvaje; el perdón que inútilmente pediría su predecesor a la Indianidad por los atropellos propiciados durante la conquista de América; la declaración de quiebra por parte del banco de inversión Lehman Brothers; la mentira maloliente del neoloberalismo; pero sobre todo, el panorama actual de una realidad que derrumba toda la farsa montada para justificar medio milenio de dominio y supremacía que es negada por la misma realidad.

No recuerdo si fue hace más de medio milenio que un Papa no renunciaba, pero dudo que hoy seamos más civilizados que entonces. Los problemas de la fe están bajo el ojo crítico de los fieles. La diferencia es que antes nos quemaban en la hoguera por expresar lo que pensábamos del Papa. No pongo en duda la santidad del personaje, pero coincido con el cineasta cuando veo al padre Raztinger con un corazón incapaz de soportar los embates de la falta de fe. Es el problema esencial por el cual estaría pasando mi corazón si yo estuviera en las “sandalias del pescador”.

Según me explicaba el padre Pablo Mezquita, mi instructor de catecismo (y de matemáticas) en el colegio de los PP Mercedarios. El principio de infabilidad del Papa es una virtud teologal recibida por un misterio de gracia divina, como verdad establecida que debemos creer pero no podemos entender porque es superior a la inteligencia del hombre. Por semejante gracia el representante de Dios en la Tierra no se equivoca porque de él mismo mana la iluminación proveniente del Espíritu Santo, o tercer aspecto de las tres divinas personas que se concentran en el gran poder de Dios. Hoy lo recuerdo con cariño, no porque me hubiera enterado que ya no está entre nosotros, sino porque hoy me pregunto: ¿Porqué si he creído en todos los axiomas matemáticos y me he servido ciegamente en el valor de π (3,1416)? ¿Si tampoco me he ocupado de en entender la esencia de la cuadratura del círculo? ¿Porqué me había constado tanto entender por qué un Papa  no puede equivocarse?

Albino LucianiJuan PabloI
1912 1978
La respuesta es muy sencilla: un asunto de Fe, con mayúscula. Como virtud teologal. Allí es donde el contexto histórico me permite entender, desde el punto de vista de un santo padre el aprieto en que se encuentra. Es para romperle el corazón, no a un octogenario, sino a un campeón olímpico en la cúspide de su carrera. Recordemos a Juan Pablo I, el de la bella sonrisa, el de la sonrisa divida. Gobernó el Vaticano apenas 33 días.

Pablo VI
En el Concilio Vaticano II
Miles fueron las teorías conspirativas que no pudieron explicar aquel designio del señor. Su muerte fue una verdad que podemos creer porque lo encontraron tieso. Pero no podemos entender porque es superior a la inteligencia humana. Este benigno sacerdote, cuyo lema papal fue la humildad, fue el primero en negarse a que lo levaran en la silla gestatoria, así como a negarse a utilizar la triara, suerte de corona de origen persa que enviste más como monarca bizantino que la humildad del Jesús al cual estaba representando. En su breve paso por el trono de Roma propuso destinar el 1% de las limosnas, a la iglesia de los pobres del Tercer Mundo, llamó la atención al dictador de turno en Argentina por el Terrorismo de Estado en su país, pidió rezar por los acuerdos de Camp Davis y más allá de especulaciones sobre su muerte… se vislumbraba como un continuador del acercamiento de la Iglesia a la opción por los pobres, había estado presente en el Concilio Vaticano II y se especulaba que su pontificado estaría orientado a consolidar los alcances del citado Concilio.

Ignacio Ellacuría
(1930 1989)
En este punto me detengo en cómo quedaría mi fe después de haber influido sobre su pupilo Woitila para desmantelar la Teología de la Liberación, de haber dado el giro de timón que dio la Iglesia durante los dos últimos papados frente a la realidad histórica del neoloberalismo en América Latina durante los 80, y ahora ver a Europa en una crisis que representa el derrumbe de los preceptos de la modernidad y de la posmodernidad, de la era que iniciaron derrotando a los persas en Lepanto con el tesoro de Moctezuma, justificando durante medio milenio, el ego conquisto con el eufemismo de evangelización. Un noble corazón como el de Ratzinger no puede soportar tan cruda realidad histórica como tal vez pensaría el mártir cristiano de la Iglesia de los pobres, San Ignacio Ellacuría, quién al igual que el santo doctor José Gregorio Hernández no mereció para ellos ser santo, quizás por andar como Juan Pablo I, con aquel “sacrilegio” de la opción por los pobres.

Comenzando habíamos dicho que el asunto del problema de los pederastas y la actitud casi indiferente de las autoridades papales o que se suscitara un escándalo por las preferencias sexuales de personalidades con investiduras de santos como causa de la renuncia papal, seguimos afirmando que son banalidades. Más que un asunto trivial es confundir las consecuencias con la causa primordial. No es el simple hecho que nadie se inmole por la religión romana como en los tiempos del circo, o que cualquier cantidad de musulmanes y hebreos estén dispuestos a volar con dinamita por su religión. No, la causa primordial debe buscarse en la decadencia de la modernidad y del cadáver insepulto de la postmodernidad. Es el derrumbe de la única monarquía absoluta que ha sobrevivido hasta el siglo XXI.
Helder Cámara
1909 1999

Frei Betto
 1944
Es hora de tomar en cuenta lo que Frei Betto recordaba del arzobispo Helder Cámara (1909 1999), cuando propuso donar la Ciudad del Vaticano a la UNESCO y mudar el cónclave de cardenales a uno de los barrios de Río para enfrentarse con la realidad de la gran mayoría de los cristianos, seguidores que un líder que fue preso político del imperio romano, torturado y crucificado por decir que era hijo de Dios y se había hecho hombre pobre para liberarlo. Es hora de que nos bajemos de esa nube aquellos que creemos que el hombre renuncia porque tiene vergüenza por los escándalos bancarios o que está muy cansado, es que el cristianismo sólo tiene sentido en un lugar donde queden pobres por liberar.  

Caracas, 13 febrero de 2013 

viernes, 8 de febrero de 2013

Manifiesto Europeo

Cortesía de M. Giamaraes
De parte de nuestro tallerista Gilberto Menchán reciban este revelador  documento. 
Intelectuales europeos aseguran que el viejo continente“está muriendo” El “Manifiesto por la Unión”, que acaba de firmar un grupo de intelectuales europeos, asegura que “Europa no está en crisis sino que se está muriendo”, estragada por “el cinismo, el populismo y el chauvinismo rampante” de la que han hecho gala durante años la clase política continental, los empresarios que la sostienen y muchos ciudadanos que todavía mantienen sus privilegios.

Cortesía M Gimaraes
Entre los firmantes están la búlgara-francesa Julia Kristeva, el italiano Umberto Eco, el anglo - paquistaní Salman Rushdie, el francés Bernard Henry Lévy, el español Juan Luis Cebrián, el alemán Hans Christoph Buch, el húngaro Gyorgy Konrad, el greco-francés Vassili Alexakis, el italiano Claudio Magris, el español Fernando Savater, el portugués Antonio Lobo Antunes y el alemán Peter Schneider, entre otros.
Alarmados por la situación sociopolítica del continente y frente a la inacción o al ensimismamiento de muchos de sus colegas, este grupo -que recuerda vagamente al mítico documento firmado en París durante los 60 a causa de la guerra de Argelia- decidió reunirse y publicar el manifiesto en el diario El País de Madrid, epicentro de una situación crítica fenomenal.
Cortesía M. Gimaraes
La Europa actual, “se deshace en Atenas, una de sus cunas, en medio de la indiferencia y el cinismo de sus naciones hermanas: hubo un tiempo, el del movimiento filohelénico de principios del siglo XIX (…) en el que todos los artistas, poetas, grandes mentes de Europa, volaban en su auxilio y militaban en favor de su libertad”. “Hoy estamos lejos de eso; y da la impresión de que los herederos de aquellos grandes europeos, mientras los helenos libran una nueva batalla contra otra forma de decadencia y sujeción, no tienen nada mejor que hacer que reprenderles, estigmatizarlos, despreciarlos y - con el plan de rigor impuesto como programa de austeridad, que se les conmina a seguir- despojarles del principio de soberanía que, hace tanto tiempo, inventaron ellos mismos”, dice el documento que fue presentado el lunes en París.     

“Europa no está en crisis, está muriéndose. No Europa como territorio, naturalmente. Sino Europa como Idea. Europa como sueño y como proyecto…”

“Europa no está en crisis, está muriéndose. No Europa como territorio, naturalmente. Sino Europa como Idea. Europa como sueño y como proyecto”, subraya el grupo de escritores, ensayistas, semiólogos, etcétera, testigos de cómo durante los últimos veinte años, la socialdemocracia, para aplastar el crecimiento homeopático de la derecha, arriaba sus banderas y hasta financiaba a la ultraderecha, que hoy es una de las fuerzas más poderosas del Viejo Mundo.

Así las cosas, dicen, “ya no queda otra opción: o la unión política 
o la muerte. Una muerte que podría adoptar muchas formas y dar 
varios rodeos”. Si no se hace algo, “Europa saldrá de la historia, 
desaparecerá”.
Manifiesto por la Unión Europa no está en crisis, está muriéndose.
No Europa como territorio, naturalmente.
Sino Europa como Idea.
Europa como sueño y como proyecto.
La Europa acorde con el espíritu elogiado por Edmund Husserl en sus dos grandes conferencias pronunciadas en 1938 en Viena y Praga, en vísperas de la catástrofe nazi.
Europa como voluntad y representación, como sueño y como construcción, esta Europa que pusieron en pie nuestros padres, esta Europa que supo transformarse en una idea nueva, que fue capaz de aportar a los pueblos que acababan de salir de la Segunda Guerra Mundial una paz, una prosperidad y una difusión de la democracia sin precedentes, pero que, ante nuestros propios ojos, está deshaciéndose una vez más.Se deshace en Atenas, una de sus cunas, en medio de la indiferencia y el cinismo de sus naciones hermanas: hubo un tiempo, el del movimiento filohelénico de principios del siglo XIX, en el que desde Chateaubriand hasta el Byron de Missolonghi, desde Berlioz hasta Delacroix, desde Pushkin hasta el joven Victor Hugo, todos los artistas, poetas, grandes mentes de Europa, volaban en su auxilio y militaban en favor de su libertad. Hoy estamos lejos de eso; y da la impresión de que los herederos de aquellos grandes europeos, mientras los helenos libran una nueva batalla contra otra forma de decadencia y sujeción, no tienen nada mejor que hacer que reprenderles, estigmatizarlos, despreciarlos y —con el plan de rigor impuesto como programa de austeridad, que se les conmina a seguir— despojarles del principio de soberanía que, hace tanto tiempo, inventaron ellos mismos.

Cortesía de M Gimaraes
Se deshace en Roma, su otra cuna, su otro pedestal, la segunda matriz (la tercera es el espíritu de Jerusalén) de su moral y su saber, el otro lugar en el que se inventó esta distinción entre la ley y el derecho, entre el ser humano y el ciudadano, que constituye el origen del modelo democrático que tanto ha aportado, no solo a Europa, sino al mundo: esa fuente romana contaminada por los venenos de un berlusconismo que no acaba de desaparecer, esa capital espiritual y cultural a veces incluida, junto a España, Portugal, Grecia e Irlanda, en los famosos “PIIGS” a los que fustigan unas instituciones financieras sin conciencia ni memoria, ese país que enseñó a embellecer el mundo en Europa y que ahora parece, con razón o sin ella, el enfermo del continente. ¡Qué miseria! ¡Qué ridículo!
Se deshace en todas partes, de este a oeste, de norte a sur, con el ascenso de los populismos, los chauvinismos, las ideologías de exclusión y odio que Europa tenía precisamente como misión marginar, debilitar, y que vuelven vergonzosamente a levantar la cabeza. ¡Qué lejos está la época en la que, por las calles de Francia,
en solidaridad con un estudiante insultado por el responsable de un partido de memoria tan escasa como sus ideas, se cantaba “todos somos judíos alemanes”! ¡Qué lejanos parecen hoy los movimientos 
solidarios, en Londres, Berlín, Roma, París, con los disidentes de aquella otra Europa que Milan Kundera llamaba la Europa cautiva y que parecía el corazón del continente! Y en cuanto a la pequeña internacional de espíritus libres que luchaban, hace 20 años, por esa alma europea que encarnaba Sarajevo, bajo las bombas y presa de una despiadada “limpieza étnica”, ¿dónde está? ¿Por qué ya no se la oye?

Y además, Europa se viene abajo por culpa de esta interminable crisis del euro, que todos sentimos que no está resuelta en absoluto : 
¿no es una quimera esa moneda única abstracta, flotante, que no está unida a unas economías, unos recursos ni unas fiscalidades convergentes? ¿No es evidente que las únicas monedas comunes que han funcionado (el marco después del Zollverein, la lira de la unidad italiana, el franco suizo, el dólar) son las que se apoyaban en 
un proyecto político común? ¿No existe una ley de hierro que dice que, para que haya una moneda única, tiene que haber un mínimo de presupuesto, reglas contables, principios de inversión, es decir, políticas compartidas?
Cortesía de M Gimaraes

El teorema es implacable.
Sin federación, no hay moneda que se sostenga.
Sin unidad política, la moneda dura unos cuantos decenios y después, aprovechando una guerra o una crisis, se disuelve.
En otras palabras, sin un serio avance de esta integración política, obligatoria según los tratados europeos pero que ningún responsable 
parece querer tomar en serio, sin un abandono de competencias por 
parte de los Estados nacionales, sin una franca derrota, por tanto, de esos “soberanistas” que empujan a sus ciudadanos al repliegue y la debacle, el euro se desintegrará como se habría desintegrado el dólar si los sudistas hubieran ganado, hace 150 años, la Guerra de Secesión.

Antes se decía: socialismo o barbarie.
Hoy debemos decir: unión política o barbarie.
Mejor dicho: federalismo o explosión y, en la locura de la explosión, regresión social, precariedad, desempleo disparado, miseria.Mejor dicho: o Europa da un paso más, y decisivo, hacia la integración política, o sale de la Historia y se sume en el caos.
Ya no queda otra opción: o la unión política o la muerte.
Una muerte que podría adoptar muchas formas y dar varios rodeos.
Cortesía de M Gimaraes
Puede durar dos, tres, cinco, 10 años, y estar precedida de numerosas remisiones que den la sensación, una y otra vez, de que lo peor ha pasado.
Pero llegará. Europa saldrá de la Historia. De una u otra forma, si no se hace algo, desaparecerá. Esto ha dejado de ser una hipótesis, un vago temor, un trapo rojo que se agita ante los europeos recalcitrantes. Es una certeza. Un horizonte insuperable y fatal. Todo lo demás —trucos de magia de unos, pequeños acuerdos de otros, fondos de solidaridad por aquí, bancos de estabilización por allá— solo sirve para retrasar el fin y entretener al moribundo con la ilusión de una prórroga.

*Firmantes: Vassilis Alexakis, Hans Christoph Buch, Juan Luis Cebrián, Umberto Eco, György Konrád, Julia Kristeva, BernardHenri Levy, Antonio Lobo Antunes, Claudio Magris, Salman Rushdie, Fernando Savater y Peter Schneider.