El 4 de febrero de 1992 marca un hito dentro
de la reflexión ante la posibilidad de una teoría bolivariana de la historia
porque el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías habló, dijo lo que dijo y
se hizo famoso por eso. Eso ya lo hemos contado y muchos otros antes que
nosotros. Lo que nos interesa en este instante es precisar quién lo escuchó
para que todo lo que dijera entrara directamente a la Historia.
Estaba convencida la humanidad pensante que
sufría los embates de un despojo económico que eufemísticamente llamaban “crisis
económica” sus autores. Pero lo que estaba sucediendo forma parte de lo que muy
inteligentemente llamó Luis Britto García, el estallido de la cuarta guerramundial, cuando el pueblo de Caracas, Guarenas y La Guaira gritó no al “Paquetazo”
de medidas económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional. El grito
de “los pobres quieren pan” que acompañó a la ola de saqueos que ese pueblo
enardecido que saqueaba los negocios de las principales ciudades del país, fue
reprimido brutalmente, y el recuerdo de ese trágico episodio trajo al
inconsciente colectivo una frase que fue repetida con frecuencia: Venezuela es
otra.
Después vino la rebelión del Comandante Marco y la Indianidad de Chiapas,
durante la primera mañana del año 1994, cuando entraba en vigencia la firma del
tratado de “libre” comercio firmado por México y Estados Unidos.
Las trayectorias de los dos comandantes tuvieron alcances diferentes en el tiempo histórico, pero ambas obedecían a la misma conciencia mística a la que hizo referencia el Filósofo Leopoldo Zea dentro de su visión bolivariana, en cuanto a la filosofía como liberación, cuando se refería a la conciencia revolucionaria como una línea heredada del pasado, en cuanto a un mismo tiempo donde los seres humanos realizan los sueños que temporalmente vienen del pasado desde el espíritu de los libertadores hacia quienes invocan ese espíritu de seres como Bolívar, Martí, Fidel, sucesivamente cada uno al anterior, y que Hugo Chávez Frías engullía a todos, inspiraba y actuaba para su praxis revolucionaria, se detenía a revisar, rectificar, y reimpulsar.
Estas tres erres también pueden ser incluidas en los apuntes para una teoría bolivariana de la historia, bolivariana en cuanto a argumento liberador. Dijo textualmente: “yo estoy tratando de dar el ejemplo. Estoy revisando, estoy reviendo e invito a todos en el Gobierno, en las instituciones, en los medios a cumplir con esto, que es aplicable en todos los ámbitos”. (Caracas, 31 de diciembre de 2007)
De igual manera, la posibilidad de una Teoría Bolivariana de la Historia deberá permanecer en constante revisión, rectificación y reimpulso porque una revolución es un proceso infinito.
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Su voz llegó al mundo entero filtrada por los
intereses de la colonialidad del poder, por su ideología de dominación y por un
concepto de que la historia es un depósito de recuerdos que sirven para
estimular sentimientos románticos y volverlos a colocar en el depósito de
anticuarios. Al menos esta es la perspectiva que expresó una edición especial
del Diario de Caracas, del
mismo 4 de febrero de 1992.
Su voz llegó directamente al público
televidente. Entre ese público televidente existen millones de personas
intoxicadas de información a quienes les queda o no lo que su mente almacene y
este mensaje estará filtrado por la ideología que en torno acompañó a la
noticia.
A nosotros nos interesa un grupo indefinido de
venezolanos sufrientes que piensan y
la humanidad pensante que sufre. No
es un juego de palabras porque las palabras del Comandante salieron de manera
espontánea, de manera instintiva; pudiéramos calificarla incluso de irracional
si es necesario para saber desde donde salieron esas palabras. De la misma
manera salieron las frases de Simón Bolívar en la Sociedad Patriótica cuando
gritó que 300 años de espera no eran suficientes. No era El Libertador quien
hablaba, era la voz de un joven mantuano, propietario de esclavos, cuya familia
de origen vasco se había enriquecido en lo que, también poéticamente expresó
Francisco Herrera Luque en Los Amos
del Valle, la conquista económica de Venezuela.
Ese joven se encaramó en la cresta de una ola
desde un sentimiento, no desde un proyecto político. Chávez intentaba seguir
los pasos militares de su mentor espiritual, Simón Bolívar y las ironías de la
historia lo convirtieron en un prócer civil, en un apóstol espiritual, un
conductor de pueblos porque trajo algo que ningún político podía traer ni
podrán traer porque lo dejó como un legado cultural. Es una virtud teologal que
los religiosos con ínfula de líderes tampoco fueron capaces de transmitir a
tantas personas en tan pocos instantes. El Comandante fue portador de una buena
nueva, la Esperanza, la Fe y la Caridad. Las tres virtudes teologales transmitidas a través del don que Dios le dio para su pueblo: la palabra.
Luis Britto en el Congreso de Historia Regional |
Las trayectorias de los dos comandantes tuvieron alcances diferentes en el tiempo histórico, pero ambas obedecían a la misma conciencia mística a la que hizo referencia el Filósofo Leopoldo Zea dentro de su visión bolivariana, en cuanto a la filosofía como liberación, cuando se refería a la conciencia revolucionaria como una línea heredada del pasado, en cuanto a un mismo tiempo donde los seres humanos realizan los sueños que temporalmente vienen del pasado desde el espíritu de los libertadores hacia quienes invocan ese espíritu de seres como Bolívar, Martí, Fidel, sucesivamente cada uno al anterior, y que Hugo Chávez Frías engullía a todos, inspiraba y actuaba para su praxis revolucionaria, se detenía a revisar, rectificar, y reimpulsar.
Estas tres erres también pueden ser incluidas en los apuntes para una teoría bolivariana de la historia, bolivariana en cuanto a argumento liberador. Dijo textualmente: “yo estoy tratando de dar el ejemplo. Estoy revisando, estoy reviendo e invito a todos en el Gobierno, en las instituciones, en los medios a cumplir con esto, que es aplicable en todos los ámbitos”. (Caracas, 31 de diciembre de 2007)
De igual manera, la posibilidad de una Teoría Bolivariana de la Historia deberá permanecer en constante revisión, rectificación y reimpulso porque una revolución es un proceso infinito.
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