A propósito de la renuncia del Papa y en
la oportunidad de asistir a un foro en la universidad Santa Rosa para discutir
ideas sobre las posibles causas de tal actitud papal. Salieron a la palestra
varios escenarios. Como siempre, subyace en el inconsciente colectivo la imagen
conformada por algo que solía llamársele la opinión pública, la cual,
ingenuamente solíamos imaginar como la opinión del público o de la gente que
hace vida en la polis, la ciudad, la universidad y los escasos lugares donde la
gente pueda reunirse a discurrir ideas. Opinión que en la realidad pertenece a
una “invención de lo real” construida sobre la base de los grandes intereses,
de la gran minoría que ha acumulado los grandes capitales.
Universidad Santa Rosa en San José del Ávila Caracas Venezuela http://www.ucsar.com.ve |
Esta realidad está envuelta en un gran
traje invisible, que debido a la gran cantidad de información que emiten los
llamados medios de comunicación, lo que genera es la opinión de un traje muy
hermoso, adornado con colores armónicamente combinados que hacen de su real presencia
algo tan bueno y beneficioso, que a nadie se le ocurra hacer la observación de
que no observa ningún traje so pena de ser demonizado como terrorista, musul-man,
anti-cristo y algunos apelativos que equivalen a los desgastados calificativos
como el de hereje, hugonote, o cualquier otro “delito” que pudiera ser motivo
para una sentencia a morir en la hoguera. A todo aquel que pretenda actuar como
un niño, y señalar públicamente a la realidad desnuda lo satanizan en la
“opinión pública” y banalizan su mensaje.
Bajo el concepto de borrar el pasado con
el pretexto de olvidar los rencores en nombre de la paz salen a la vista
opiniones o escenarios como los de un viejito bueno que por motivos de salud
renuncia a un cargo que se supone vitalicio porque su condición de mortal casi
levita en función de su nexo espiritual con el fundador de la Iglesia. Resulta
que “su santidad” ya no sabe a cuál santidad endosarle su careta. De eso que se
encargue el Cónclave. Es el pecado lo que enfermó tanto a un hombre que se da
el lujo de renunciar a su condición de poco menos que un semi dios del Olimpo
católico romano. Entonces, cuando conviene, surge la memoria histórica para
señalar que algún papa renunció hace cinco siglos.
Otra causa que salió a la palestra, no
es solo que tras la cortina de humo de la pedofilia, o que la Gran Ciudad del
Vaticano se ha convertido en la Sodoma y Gomorra del siglo XXI, son nimiedades
a las que la sociedad de consumo globalizada nos ha enseñado a mirar como
normales. Es que detrás está el derrumbe financiero está la caída de la
civilización occidental, o el regreso de Europa a la periferia donde se
encontraba antes de detener a los Turcos Otomanos en la batalla de Lepanto, con
los astilleros financiados con el botín arrebatado al ingenuo de Moctezuma, que
la real gana de sus Majestad el imberbe monarca heredero de trono presentó como
un tributo a su divinidad real.
El papa puede renunciar por lo que le
venga en gana. Si partiéramos de que ese señor fuera creyente de la religión
que profesa, podríamos pensar en un motivo teológico vinculado a la virtud de
infabilidad papal, principio que hasta los correctores de las computadoras
señalan en rojo como inexistentes, pero que el DREA apunta como una incapacidad
para fallar, o que no se equivoca jamás. Caramba, el Santo Padre se dio cuenta
de que se había equivocado cuando optó por la Iglesia de los Ricos, porque él
era el ventrílocuo cuando Woitila le levantó el dedo de San Juan al pobre
Cardenal arrodillado en el aeropuerto de Managua. Otra imagen mediática que en
la banalización de esa historia marcaba el final de la Teología de la
Liberación. Ahora la TDL le vendría bien a la clase trabajadora empobrecida por
los bancos a un supuesto borde de la ruina, a punto de otorgar préstamos de un
dinero que no existe, y que debe ser sustituido por el sudor de aquellos a
quienes la magia financiera en complicidad con unos gobiernos que traicionan
los intereses de sus electores, en medio de unas democracias que requieren
Asambleas Constituyentes para democratizar a la real democracia, o democracia
de los reyes del capital.
Pero no, eso tampoco es lo relevante en
cuanto al Papa, porque ya, ni que elijan a Anthony Queen que de paso está en El
Cielo hace muchos años, las sandalias volverán a los pies del pescador. Al
menos en América Latina, donde lo que quedaba de Iglesia representaba cerca del
setenta por ciento de los feligreses del mundo. Aquí los líderes espirituales
parecerían estar completos, al menos ese espacio vacío o ese vacío de poder
espiritual fue consagrado por la vara mágica del mismo Ratzinger cuando ocupaba
la dirección de la Santa Inquisición, con ese nombre largo que le cambiaron
para despistar. Decía en la Universidad
Santa Rosa, allá en las faldas del Ávila, que Evo Morales, Correa y
Chávez (y se me olvidó Fidel) estaban ocupando el espacio de los apóstoles
espirituales de la opción por los pobres, citando al padre Frei Beto, quien
además nos ha comunicado algo que había escrito desde hace mucho tiempo, que
los cristianos primitivos siguieron a un líder espiritual que no solo había
sido un preso político sino un torturado que murió a consecuencia de
desmesurados tormentos guindado con clavos en un madero cruzado, tan solo por
su opción por los pobres, pero sobre todo, cuando lo poseyó la ira al sacar a
los mercaderes del templo. No se metió con el santo, sino con la limosna.
Entonces nuestro Presidente, luchaba por
conservar su vida para seguir dedicándosela a la opción por los pobres, ahora
los pobres de la Tierra, llevan el corazón de Chávez, junto al corazón de Jesús
(que por cierto significa yo soy, je sui) de los cristianos primitivos.
Acomóndense en el bate los neocoloniales porque son millones de Chávez, en el
corazón de Yo Soy.
Murió
un líder político, resucitó el líder espiritual de los pobres de La Tierra, el
Corazón de Yosoy Chávez, sacrificó su vida, más de cinco mil días sin descanso
de fin de semana ni vacaciones matan al más pintao. A Dios su Alma apóstol de los pobres. Su corazón a la patria, su memoria a la posteridad. El amor de su gente hasta la eternidad.
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